domingo, 13 de marzo de 2011

Nuestro sistema educativo no necesita una reforma, necesita una revolución.


“Durante demasiados años hemos fomentado la educación a base de un modelo de comida rápida. Al igual que la comida rápida emprobece nuestra salud, este modelo educativo está empobreciendo nuestro espíritu y nuestra energía”, explica en la ponencia Robinson.
“Tenemos que reconocer que el talento humano es muy variado. Cada uno tiene aptitudes muy diferentes. No vale algo esquemático, estandarizado y lineal. No podemos meter a todos en el mismo saco. Ha llegado la hora de cambiar el modelo industrial por uno orgánico. Tenemos que actuar como granjeros que trabajan para crear las condiciones óptimas”.
Aquí también, según explica, prima la importancia de perseguir algo que te apasiona. “Si haces algo que alimenta tu espíritu, una hora de trabajo pasa en cinco minutos. Si haces algo que no te llena, 5 minutos parecen una hora”.
Robinson termina con un llamamiento a la acción. “Es hora de crear un movimiento”. Palabras que sin duda ayudarán a convencer a más de una de la necesidad de cambio pero hasta que los gobiernos no tomen nota se quedará sólo en eso.

El sistema educativo es anacrónico, es decir, no pertenece a esta época. Estamos siendo educados según valores que se creían importantes en el siglos XVIII y XIX cuando, en plena revolución industrial, se quería educar a los niños para realizar un trabajo en una fábrica durante muchas horas.
¿Por qué se aburren los niños y niñas en el colegio? ¿Por qué llegan al mundo adulto sin tener idea de sus propios talentos y capacidades?